viernes, 16 de mayo de 2014
CORRUPCION. Cervantes ya hablaba de prevadicadores y politicos corruptos
El gran prevaricador LERMA
Sin freno ni verg�enza, el valido de Felipe III confundi� los intereses de la
monarqu�a con sus ansias de medro y lucro personal. Jos� Luis Betr�n
describe aqu� los escandalosos manejos del duque y sus adl�teres, ejemplo
m�ximo de corrupci�n y venalidad en la Espa�a de los Austrias
Como si se tratara de una inversi�n
carnavalesca de la triste
realidad que le toc� vivir en
los primeros tiempos de la gobernaci�n
de Felipe III, Cervantes escribi�
los c�lebres cap�tulos de la segunda
parte del Quijote, en los que
narra la gobernaci�n que Sancho Panza
hizo de la �nsula de Barataria. Guiada
por los sabios consejos que recibe de su
se�or antes de su partida, la actuaci�n
del fiel escudero resplandece como un
modelo de diligencia, conciencia y rectitud
que acaba, finalmente, por anteponerse
a sus anhelos de ver recompensadas
sus andanzas con el hidalgo
manchego con el premio de una vida regalada
y llamada a la grandeza.
Si con ciertas dosis de hipocres�a aristocr�tica
los duques otorgan en la ficci�n
literaria a Sancho el gobierno de los vasallos
de �una �nsula hecha y derecha, redonda
y bien proporcionada y sobremanera
f�rtil y abundosa, donde, si vos os
sab�is dar ma�a, pod�is con las riquezas
de la tierra franquear las del cielo�, Don
Quijote sabr� neutralizar el ensue�o que
tal proposici�n ocasiona en Sancho, advirti�ndole
que nunca olvide la humildad
de su linaje y de que, en su gobierno,
siempre se precie m�s de ser �un humilde
virtuoso que no un pecador soberbio�.
La lecci�n moral y pol�tica que Cervantes
escribi� en aquellas p�ginas �de
viejas resonancias erasmianas propias de
la Insitutio principis christiani�, era un
reflejo invertido del estado general de
venalidad, corruptela e hipocres�a en que
se hab�a convertido la administraci�n de
los asuntos p�blicos de la monarqu�a espa�ola
a principios del siglo XVII.
Al morir Felipe II, se confirmaron sus
temores sobre la d�bil personalidad de
su hijo y la posibilidad de que entregase
el gobierno en manos de otros. �Me
temo que le han de gobernar�, hab�a confiado
pocos d�as antes de su defunci�n a
su consejero don Crist�bal de Moura. Y,
efectivamente, apenas ocurrida �sta, el
joven rey orden� a Moura que entregara
a su nuevo hombre de confianza, don
Francisco G�mez de Sandoval y Rojas,
quinto marqu�s de Denia, los documentos
importantes que tuviera en su poder
y todas las llaves maestras de Palacio
pues, en lo sucesivo, el nuevo valido dormir�a
cerca de la c�mara regia, en el mismo
departamento que hasta entonces hab�a
ocupado don Crist�bal.
El valido y su entorno
Francisco G�mez de Sandoval y Rojas,
quinto marqu�s de Denia y primer duque
de Lerma desde 1599, hab�a nacido
en la villa de Tordesillas a comienzos de
los a�os cincuenta. Era hijo de Francisco
de Sandoval, cuarto marqu�s de Denia,
y de Isabel de Borja, hija del santo duque
de Gand�a, Francisco de Borja, y descendiente,
por tanto, de Fernando el Cat�lico.
A pesar de tan ilustres ancestros,
la familia hab�a padecido una importante
decadencia econ�mica, desde que una
parte de sus bienes fuese confiscada, a
mediados del siglo XV, durante el reinado
de Juan II, por el apoyo prestado en
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JOS� LUIS BETR�N es profesor titular
de Historia Moderna, Universidad
Aut�noma de Barcelona.
Sin freno ni verg�enza, el valido de Felipe III confundi� los intereses de la
monarqu�a con sus ansias de medro y lucro personal. Jos� Luis Betr�n
describe aqu� los escandalosos manejos del duque y sus adl�teres, ejemplo
m�ximo de corrupci�n y venalidad en la Espa�a de los Austrias
El gran prevaricador
LERMA
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